GLOOMI SUNDAYLos domingos tienen la boca abierta
como la de un cráneo de vaca sobre los basurales.
¿Qué ilusión es ésta de ser herido
hasta el infinito de mi especie en niebla?
(Un charco alrededor del cuerpo sanguinario,
el reguero de hormigas subiendo la corteza.)
Cuelga la carne que era yo frente al desierto,
apenas se irisa con la muerte en el costado lila.
¡Y adónde un lanzazo que presagie el agua de un dios
que clama por su sueño y su gangrena!
Se derrite la cera entre tus dientes.
¡Qué monstruo has parido, Astarté, hija mía!
Una guirnalda cuelga de su pico.
La cera es turbia y deshojada y se cubre de arterias.
Nunca terminan los domingos en el hocico del sapo,
derramados al igual que ataúdes para madres sin luna.
¿Por dónde esquivan tu disfraz, tu carruaje amarrándose
a un tropel de gusanos por los muslos?
El te pedía saliva, borrascas, pedernales.
¿En qué amarga merienda se grabaron sus perfiles,
aun cuando recoges del vientre las astillas?
He venido a advertirles.Has regresado con tu boca teñida.
Los domingos tienen pezuñas deslumbrantes,
restos de cacerolas, tenedores de amianto,
cucharas de azafrán sapientísimas,
cruces de espejo desdobladas sobre un niño yacente.
Esta voz quema desde abajo.
Quienes entran en la feria lo saben.
MANUEL LOZANO 2000